segunda-feira, 5 de setembro de 2011

“A Él oíd”

Muchos de nosotros en repetidas oportunidades nos vemos en la necesidad de escuchar consejos, debido a las circunstancias que estamos atravesando. Puede que los consejos recibidos vienen de la mejor intención, sea de quien sea; solo que uno no muchas veces tiene la noción de determinar si los resultados serán benéficos o no. Todos a cada instante tomamos decisiones; y las decisiones que tomemos debido a los consejos recibidos son los que determinarán nuestra realidad; ya que ellos inducen a tomar decisiones repentinas o planificadas. Mas en tanto se debe tomar en cuenta el consejo divino (Prov.12:5).
La realidad de la vida
En la mayor parte de los casos que presencié, la mayoría tiende a hacer uso de los consejos, simplemente porque quieren solución rápida a ciertos problemas; No tomando en cuenta los resultados que próximamente recaerían sobre uno. Muy poco son los consejos que vienen en momentos que uno no afronta necesidad o dificultad. En estos casos hay ventaja, puesto que uno se toma el tiempo respectivo para analizarlos, y optar por lo mejor, sin encumbrar su vida a un agotamiento. Hay que recordar que las decisiones tomadas repentinamente en momentos de desespero y necesidad, en su mayoría pueden llevar al fracaso o desastre.
Existen en la actualidad muchos jóvenes y señoritas que prefieren seguir sus intereses y conformidades, que afecten satisfacción propia de manera rápida; estos no toman los consejos apropiados que pueden incluso salvarlos de la muerte material o espiritual. Es por ello que Satanás el gran adversario está trabajando en estos tiempos para detener y delinquir en la mente de los jóvenes modernos. Es muy fácil para una persona oír, y hacer lo que hoye. Satanás se aprovecha de las circunstancias delicadas de cada uno; y de esta manera coloca sus trampas, y si no hay súplica de consejo divino; es muy fácil oír y actuar en lo que el enemigo de Dios formula.
Racionalizar con las decisiones
Estoy seguro que muchas veces te sentiste tentado a realizar planes y a tomar decisiones que aparentemente te llevarían al éxito y prosperidad; sin tomar en cuenta que o a quien oír; y básicamente das por lo hecho. Cuando trazas un plan decisivo; cuyo resultado es desconocido para ti, se presentan oportunidades. Allí es donde Satanás se apodera de ti, para prepararte a un futuro incierto y derrumbador. No permitas que el enemigo de Dios trabe con sus asechanzas tu mente; piensa un poquito pide sabiduría de lo alto. Recuerda que Jesús siendo hombre pasaba noches enteras en contacto con su padre; este oía a su padre y hacia. Jesús tubo seguidores, estos debían oírle y hacer lo que Él les pidiese; pero en repetidas oportunidades por su falta de fe, se vieron en problemas. Ahí tenemos a un Pedro negador, también a un Judas traicionero, a un Tomás desconfiado. Esto mismo manifiesta la realidad de nuestra vida. ¿A quién oímos? Hay que recordar que Dios apela a nuestra consciencia, y Satanás se aprovecha de nuestra consciencia. Lo lindo de todo es que somos aceptos por Jesús (Jer. 31:3) porque Él nos ama incondicionalmente; no importando la situación y el pasado negro y tormentoso de nuestra vida; Él recibe y da vida en su misericordia a sus hijos (Jer. 33:3).
Experiencias pasadas, en momentos pasados
Los intereses de Cristo en esta tierra fueron explícitos, revelando de esta manera el carácter esencial del Padre. Jesús mismo describió su misión con “buscar y salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:10). Pero muchas veces solemos desafiar la voz de Dios, y no le oímos; el resultado de esto es el abandono de los consejos divinos y la estadía deliciosa del pecado que va hundiendo al ser humano hasta ahorcarlo.
En una oportunidad Cristo y tres de sus discípulos subieron a un monte y allí Jesús se transfiguró, posteriormente se le aparecieron Elías y Moisés que hablaron con Jesús, luego una nube cercó a Jesús y sus discípulos; se escuchó una voz que dijo “…este es mi hijo amado en quien tengo complacencia; a él oíd.” (Mat. 17:5) esta es la gran evidencia, “a él oíd”, en griego el término es (akouete) y este mismo viene de la raíz griega “ἀκούω” que significa, oír, escuchar, enterarse, hacer caso, comprender. “Antes de iniciarse públicamente el ministerio de Jesús, en el solemne acto del bautismo se había oído la voz del Padre. Ahora también en este suceso singular previo a la consumación de la redención, se oye de nuevo la aprobación del Padre reconociendo a Jesús como Hijo, y exhortándonos: “A él oíd”…”[1]
¿A quién oír?
Es a Jesús que debemos oír mi apreciado, no debemos precipitarnos a tomar consejos inapropiados, o a decidir repentinamente. Debemos buscar oír primero a Jesús, su palabra tiene consejos de bendición. Él tiene secretos para una vida de continuo bien; escuchemos al Dios autor de la vida. Si tú escuchas y atiendes a la voz de Jesús, muchos te escucharán y tomaran tus consejos que brotan de Dios a través de ti para bien.
Cuando Cristo vuelva por segunda vez, oirás su voz de bienvenida hacia el hogar celestial. “Poneos en el umbral de la eternidad y oid la benévola bienvenida dada a los que en esta vida hayan cooperado con Cristo, habiendo considerado como un privilegio y un honor el sufrir por su causa.... Allí los redimidos saludan a aquellos que los encaminaron hacia el Salvador levantado en alto…”[2]
Mientras dure tus días aquí en la tierra conviene hacer la voluntad del que te envió; esperando oír a el primero antes que a los hombres. Estaré orando por ti, y tengas de esta manera el espíritu de sabiduría para detectar en qué momento oír y actuar para bien.
Obed Alvarado Otiniano
Estudiante de teología, 8º semestre
de la Universidad Adventista de Bolivia
vinto –Bolivia                       


[1]Rı́os, A. (1994). Comentario bı́blico del continente nuevo: San Mateo (205). Miami, FL: Editorial Unilit.
[2] Elena G. de White. El Ministerio de Curación, págs. 490, 491.

Nenhum comentário:

Postar um comentário